La real eficiencia de rendimiento de un horno de barro a leña se basa en que:
En su mayoría están construidos de materiales refractarios naturales (como los adobes, ladrillos de adobes cocidos, tierras arcillosas, etc.) que poseen gran capacidad de absorber el calor, acumularlo y, luego de desechar los gases nocivos, entregarlo para la cocción, lentamente, hasta su enfriamiento definitivo.
Desarrollan temperaturas de combustión muy altas (más de 600°C) y si el recorrido de los gases por el interior y chimenea es acorde y está bien calculado antes de salir al medio ambiente, permite que se efectúe una combustión muy completa.
El poder calórico - energético acumulado en su bóveda, aún después de retirar las brasas, es óptimo pudiendo mediante el uso de pirómetros marcadores de temperatura controlar el tiempo de cocción.
En hornos de alto rendimiento y también en los llamados hornos convectores para gastronomía (casas de ventas de comidas, restaurantes, pizzerías, etc.), una de las grandes ventajas de los hornos a leña es el de acumular calor en su pesada estructura para ir entregándolo lentamente con el paso de las horas, pudiendo (con muy poca leña) recalentarlo al día siguiente. Además, la gran capacidad de su bóveda o estufa (lugar donde se realiza la combustión) y la posibilidad de controlar "ajustadamente" el tiraje, permite que con unos pocos tronquitos la temperatura permanezca constante aún en los momentos de no usarse.