A continuación la preparación de un delicioso cochinillo al horno.
Mientras el horno se precalienta a 160º (puede ser menos, pero no más), pone en una fuente de barro o en una bandeja de horno un poco profunda un par de dedos de agua o caldo, agrega un chorrete de vino blanco seco, 4 hojas de laurel, (ajos), romero, tomillo y perejil al gusto. Vas a necesitar una rejilla o similar, porque el cochinillo no debe estar en contacto con el líquido. Sala el cochinillo (de unos cuatro kilos, ya bien limpio y abierto) por los dos lados con sal gruesa. Pone abajo la bandeja con el líquido aromatizado, luego la rejilla, y encima el cochinillo, ya salado por ambos lados, con la piel hacia abajo. El horno está ya precalentado a 160º grados, no más. Si la temperatura fuera superior, la grasa se cocinaría en vez de fundirse. Después de hora y media en el horno, hay que darle la vuelta con cierto cuidado y volver a salarlo por el lado de la piel, que ahora estará hacia arriba. Asegúrate de que en la bandeja queda líquido suficiente, si no es así añade un poco más.
Otra hora en el horno, siempre a 160º. Luego saca el cochinillo del horno y sube la temperatura a 200º. Mientras se calienta bien, unta la piel con un par de cucharadas de manteca de cerdo y, si le has dejado la cabeza, cubre las orejas con papel de aluminio para que no se quemen. Cuando esté el horno a 200 º introduce el cochinillo con la piel hacia arriba durante una media hora hasta que esté tostadito. Entre la manteca y la temperatura, la piel del cochinillo va a quedar hinchadita, dorada y crujiente. Vigilalo.
Sólo te falta probar el jugo que ha quedado en la bandeja, y servirlo como salsa. Puede que esté un poco fuerte de sabor, o demasiado salado; en ese caso, rebájalo con un chorro de vino blanco seco. Fuente: www.hornosdebarro.8k.com
